Siéntate aquí, chico, mientras me termino de maquillar. Me han dicho que querías que te contase mi historia, ¿no? Pues enciéndeme un cigarrillo y sírveme una buena copa, porque antes de que me la termine, sabrás por qué se referían a mí como «Ella Fitzgerald, la primera dama del Jazz». Y no era solo por mis versiones y colaboraciones, no.
Cuando eres negra y pobre en Nueva York, nadie da un centavo por ti. Y mucho menos cuando te quedas huérfana muy joven y pasas casi toda tu juventud entre el orfanato y el reformatorio. Durante mucho tiempo, yo misma me creí que eso es ley de vida. Siempre he sido muy tímida y he tenido miedo a equivocarme al decir algo fuera de lugar, por eso siempre preferí cantar. Me crie escuchando a las Boswell Sisters y a Louis Armstrong, soñando con cantar versiones de sus canciones en la iglesia o incluso imaginando conocerlos y hacer muchas colaboraciones con estrellas.
Pero en el fondo nunca me he conformado solo con soñar. Así que ¿sabes lo que hice con solo 17 años? Reuní todo mi valor, me tragué mi vergüenza, me planté en el mismísimo Harlem Apollo Theatre de Nueva York y los dejé a todos con la boca abierta cuando les canté «Judy«, pero al estilo de Connee Boswell. Y allí fue donde me escuchó el mismísimo Benny Carter, quien movió cielo y tierra para que cantase en la orquesta de Chick Webb.
Y ahí me tenías a mí, con apenas 17 años, muriéndome de la vergüenza, pero cantando para el público en multitud de locales. Me llegué a casar con Chick, a él se lo debo todo. Fue quien me enseñó lo que tenía que aprender para subirme a un escenario y dar lo mejor de mí. Y así, en el 39, lanzamos una versión de la canción de cuna «A-Tisket, A-Tasket«, que volvió loco a todo el mundo. Vendimos millones de discos y durante más de 4 meses estuvimos en el nº1.
https://youtu.be/SjJry0vhHj4
Las colaboraciones con Ella Fitzgerald
Pensé durante mucho tiempo que todo eso era solo un sueño. No solo tenía la suerte de cantar y disfrutar sobre el escenario. ¡Incluso empecé a actuar con Louis Arsmtrong! ¡Ni me lo podía creer! El viejo Satch me había acompañado con su voz cuando estaba sola durante mi juventud y, en ese momento, era yo quien le acompañaba a él al micro. Cantábamos Swing y Pop, todavía no me atrevía con el Scat como hacía él. Me conformaba solo con estar allí, a su lado, intentado hacerlo lo mejor posible.
https://youtu.be/lnXLVTi_m_M
Fueron unos buenos años en los que conocí a grandes como Count Basie y Duke Ellington. Años más tarde, Duke diría que yo estaba más allá de cualquier categoría. Duke siempre fue un poco exagerado.
Lamentablemente, Chick no pudo verlo.
Había muerto en el 39 y casi lo dejó todo por el golpe. Él era mi mentor, me había dado todo lo que tenía hasta ese momento, pero ya no estaba. ¿Cómo iba a poder continuar sin él?
Pero lo hice. Volví a recordar cómo había sobrevivido a los años de palizas, hambre y soledad de cuando era niña. Así que cogí todo mi dolor y lo llevé al escenario. Me reuní con la banda y decidimos continuar, esta vez conmigo al mando. Y así fue cómo seguimos actuando cada día hasta que la banda se disolvió en el 41.
Versiones en radio y televisión
Ahí fue cuando empecé a cantar en solitario. Durante esa época, seguía gustándole al público y canciones como «Lady Be Good», «Flying Home» o «How High the Moon» fueron todo un éxito. Y eso se lo debo a Norman Granz, que se convirtió en mi representante y en un gran amigo. Gracias a él estuve de gira con la banda de Dizzy Gillespie, uno de los mejores trompetistas que he conocido. Fue con quien empecé a darle al Bebop e incluso le perdí miedo al Scat.
Fueron unos años maravillosos, en los que pude grabar con multitud de artistas en los «Songbooks« con Cole Porter, los hermanos Gershwin, Duke Ellington o Johnny Mercer.
Con los años, recorrí todo el país y nos fuimos por Europa y Asia, grabé multitud de discos, que fueron todo un éxito, y me llamaron de casi todos los shows musicales que había en televisión para actuar junto a Sinatra, Nat King Cole o Tom Jones. ¡E incluso actué en una película!
Llevo cantando durante más de 40 años y mientras pueda, seguiré haciéndolo. ¿Sabes por qué, chico? Porque cada vez que canto «Summertime», «Dream a little dream of me» o «Cry me a river» no le estoy cantando al público. Le estoy cantando a aquella niña negra y pobre que solo tenía una radio como compañía en el orfanato. A Ella Fitzgerald. A mí. Así que, si me disculpas, me voy a terminar esta copa y a subir ya al escenario. Hacer esperar al público es de mala educación.